El dicho de que “hay muchos peces en el mar” puede referirse a las opciones románticas, pero también es muy cierto en el mundo de los traductores. En 2020, tanto si deseamos contratar a un traductor como si nuestra intención es convertirnos en uno, el campo de la competencia es vasto y lleno de participantes. ¿Cómo elegir al adecuado, o cómo diferenciarnos de los demás?
En este artículo veremos cómo ha cambiado la traducción a lo largo del tiempo, la relevancia de los estudios, lo que se incluye en el concepto de “profesionalismo” en lo que se refiere al traductor, así como otros componentes que determinan el concepto de un buen traductor. Estos temas se desglosarán en subcategorías.
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Pasado y presente: ¿Cómo han cambiado las traducciones?
Los traductores han recorrido un largo camino desde el venerado papel que solían representar en la sociedad. Para comenzar, las traducciones hicieron que la Biblia fuera accesible a una mayor audiencia, siendo, hasta el día de hoy, el texto más traducido del mundo. Debido a lo poco común que era que la gente supiera leer o escribir, era aún más difícil encontrar traductores, lo que significaba que si alguien requería la traducción de un texto, debía acudir a personas muy especializadas ya que había escasa competencia en el campo, y los traductores eran muy respetados por su labor. Hoy en día, el mundo de las traducciones está lleno no solo de personas que saben y pueden traducir, sino también de programas que pueden hacerlo.
Una de las herramientas más útiles para los traductores del siglo XXI, son los programas informáticos disponibles para facilitar el trabajo de un traductor. Aunque la traducción automática no le hará justicia a un proyecto serio, aun así puede utilizarse para apoyar el trabajo de un traductor. Agilizar el trabajo por medio de las traducciones automáticas es la mayor ventaja de estas herramientas. Sin embargo, un traductor humano no puede reemplazarse debido a la necesidad de entender el contexto cultural, las referencias de la cultura pop, el humor popular y otros matices y sutilezas que no entienden las máquinas. ¿Puede un ser humano hacer un trabajo igual de bien sin el uso de la máquina? Por supuesto. Sin embargo, en lo que respecta a la realización de diversos proyectos o a tener que ser eficiente en cuanto al tiempo, saber trabajar con herramientas informáticas es algo que beneficia tanto al traductor como al cliente.
Herramientas disponibles para los traductores
Se ha argumentado una y otra vez que la traducción automática no puede reemplazar a un traductor humano. Se requiere a un ser humano para comprender los matices. Una máquina no entiende cosas como el humor, el sarcasmo o la metáfora. Una máquina ignora las referencias culturales tradicionales y pop. Una máquina tampoco puede considerar la audiencia a la que se dirige el proyecto y puede que tampoco conozca la jerga moderna u otra terminología añadida recientemente a nuestro léxico cotidiano.
Dicho esto, hay muchas herramientas hoy en día que hacen que el trabajo de un traductor sea más fácil y eficiente. En el año 2020, un traductor que sepa utilizar estas herramientas en su beneficio tendrá sin duda una ventaja sobre la competencia, así como opciones para adaptar cada trabajo a la herramienta que mejor convenga.
El siguiente gráfico muestra algunas de las herramientas asistidas por computadora (CAT) más populares.
No se incluyen todas las opciones, hay muchas más herramientas, esta lista es sólo para fines educativos. Los precios están sujetos a cambios.
Al igual que el corrector ortográfico incorporado ha hecho maravillas con la gramática, los CAT y otras herramientas de traducción (como un diccionario de sinónimos o cualquier otro programa de este género) pueden ayudar a un traductor a adoptar un enfoque más creativo para cada asignación. Se podría argumentar si una traducción óptima sería una combinación de traducción humana y automática. El uso de estas herramientas, sin embargo, viene con su propio conjunto de medidas de precaución. El uso de herramientas de traducción en línea tales como Google Translate o Translate.com puede resultar en una violación de la privacidad. El texto que se sube a Goggle Translate no desaparece, sino que se almacena en la nube. Como tal, hay mucha información expuesta a todo aquel que sepa cómo tener acceso a ella.
Consideremos los correos electrónicos privados, los informes fiscales, las cartas de despido, o varios otros documentos y textos que no deben verse por nadie más que el público al que van dirigidos. Toda esta información permanece almacenada en la nube, el traductor debe saberlo y por ende no debe usar estas plataformas para la información delicada.
La competencia en el mundo de las traducciones
En el mundo antiguo, los traductores eran pocos y exclusivos y en consecuencia, eran reverenciados por su labor. Hoy en día con la difusión de la cultura y la apertura de más escuelas de traducción, hay una amplia gama de traductores disponibles. Algunos de ellos pueden ser bastante costosos mientras que otros parecen ser increíblemente baratos. Como traductores, podemos sentirnos tentados a incrementar el precio con base en nuestro valor y talento o rebajarlo demasiado para reflejar nuestro valor debido a tantas alternativas baratas (o gratuitas). En las traducciones, lo que pagas es lo que obtienes.
Una de las cosas que debemos tener en cuenta es el hecho de que cuando un cliente paga por una traducción, no solo le está pagando a un traductor para que convierta las palabras de una lengua a otra, sino que también le está pagando para que sea un buen redactor, un investigador concienzudo, un experto cultural y un editor básico. Y, si el cliente sabe qué buscar, también paga para que un equipo se ocupe meticulosamente de cada proyecto. Por lo tanto, el precio debe incluir el traductor, al menos un editor experto, un director de proyecto, y tal vez un editor de audio o vídeo, dependiendo de cada proyecto. La competencia puede ser feroz y es necesario obtener un presupuesto para los proyectos. En lugar de decidirse por el menos costoso, se debe optar por el más completo.
La persona que habla con el cliente debe asegurarse de que éste se sienta comprendido, escuchado, y debe hacer las preguntas adecuadas para entender al público objetivo y lo que el cliente espera, y luego asignar correctamente el proyecto a un traductor y un equipo de proyecto adecuados.
Certificaciones vs. experiencia: ¿Qué tan importantes son los estudios?
Algunas personas hablan bien un tercer idioma o pasan un año o dos en Ecuador y luego asumen su conocimiento del idioma y dicen que son traductores profesionales. La capacidad de cada persona para entender un idioma debe ser fuertemente escudriñada, ya que no es suficiente que sepan cómo decir algo de una sola manera sino de muchas. Ser un buen escritor en el idioma al que se va a traducir requiere un dominio de la lengua al cual no se puede pretender por el simple hecho de hablarlo durante cierto tiempo. Un buen traductor sabe usar un diccionario de sinónimos y entender el contexto y cómo interpretar una frase de varias maneras en un mismo idioma. Considera, por ejemplo, el nivel de inglés que hablarías en una cita importante, frente al inglés que usarías para hablar con un niño o un adolescente.
Todo es diferente dependiendo de la audiencia. La transferencia de un idioma a otro debe hacerla alguien que entienda esa sutil diferencia y respete los límites del lenguaje. Teniendo en cuenta la gran cantidad de escuelas de idiomas, uno no puede asegurar que se cumplan sus propias expectativas sobre un buen traductor, y por lo tanto, una certificación no siempre garantiza el mejor traductor para el trabajo. Muchas veces, la experiencia y el conocimiento superan la necesidad de un certificado. Sin embargo, cuando se traducen documentos oficiales del gobierno, sí se requieren traductores oficialmente certificados.
Esto no quiere decir que la educación deba pasarse por alto. Seguramente, alguien que haya realizado estudios de lingüística, fonética y otros temas relacionados, tendrá conocimientos que le ayudarán a ser un mejor traductor. Sin embargo, esta información no se limita a la escuela, y la experiencia a veces puede superar los estudios. Por consiguiente, si un traductor ha llevado a cabo estudios de traducción, esto puede ser una ventaja, pero no una que necesariamente supere la experiencia.
Profesionalismo y habilidades
Entonces, ¿qué define a un traductor profesional?
1. Flexibilidad - Un traductor debe ser capaz de adaptarse. No todos los proyectos merecen el mismo enfoque, y un traductor debe ser capaz de examinar cada proyecto y analizar al autor o al cliente para satisfacer las necesidades esperadas. A veces, una traducción debe hacerse en un tiempo récord y un traductor profesional debe tener las herramientas para hacer el trabajo rápidamente y poder editarlo con cuidado meticuloso.
2. Organización - A veces los proyectos son bastante grandes, y deben dividirse en varias partes. Un traductor organizado usa un sistema que le permite manejar varios archivos y partes del proyecto mientras lo envía para ser editado, para luego revisar las ediciones y arreglarlas en consecuencia. Es como hacer malabares con cuchillos de malabarismo, si uno se cae, algo se corta.
3. Puntualidad - Los traductores experimentados tienen la suficiente práctica como para saber cuánto tiempo les lleva hacer un trabajo y se comunicarán con su equipo para que entreguen a tiempo. Esto es especialmente necesario si la entrega debe ser rápida una vez asignado el proyecto. Si el trabajo es urgente, debe entregarse a un traductor que tenga esto en cuenta y que pueda trabajar bien bajo presión y terminar el trabajo a tiempo.
4. Conciencia cultural - Hemos visto la importancia de que un traductor posea un cinturón con herramientas metafóricas, donde pueda elegir la traducción automática, y la aplicación o el software adecuados y útiles para su proyecto. Por otro lado, el traductor debe ser un experto en captar detalles que la máquina nunca podría. Esto significa que el traductor debe ser sensible y consciente del contexto cultural a traducir, así como estar informado sobre los períodos de tiempo tratados. En otras palabras, el traductor debe estar al día con los tiempos y tener un mínimo de conciencia cultural.
5. Investigador minucioso – El traductor debe saber cómo investigar apropiadamente los temas o palabras desconocidos. Debe saber en qué páginas web confiar, y cómo reunir información que describa con precisión lo que el idioma original intenta transmitir.
6. Editor meticuloso - Una empresa competente asignará un equipo a cada proyecto que incluya al menos un editor profesional para revisar el trabajo del traductor. Sin embargo, un trabajo bien hecho es cuando el editor debe realizar la menor cantidad de cambios. La mayoría de las veces, el editor solo mira el trabajo del traductor y no el texto de origen, por lo que el propio traductor debe releer su trabajo y asegurarse de que no se le haya escapado ningún punto, no se haya traducido mal o se haya escrito mal algo crucial que el editor profesional podría no captar por ser un error de traducción.
7. Comprensión del lenguaje - Un traductor debe entender perfectamente el lenguaje al que se traduce y todas sus sutilezas para que una traducción suene natural. Dicho esto, su comprensión del idioma original puede ser la de alguien que lo aprendió como un segundo o tercer idioma. Esto se debe a que es una ventaja que escuche el idioma como lo haría un extranjero, para saber cómo transmitir el mensaje en su idioma nativo. Por no mencionar, ¿cuántas veces has oído a alguien decir: “Lo entiendo mejor de lo que lo hablo”? Esto se debe a que la mayoría de las veces, nuestra capacidad de recordar algo que entendemos se activa cuando lo vemos. Mientras que tratar de recordar cómo decir algo en un idioma que no dominamos es mucho más difícil y conlleva mucho más tiempo.
8. Un buen lector y escritor - Cuando se traducen libros o manuales enteros, el traductor debe ser un lector eficiente y un escritor creativo. No es suficiente con hojear el texto, uno debe captarlo realmente y entender su fundamento y mensaje. Cuando sea posible, el traductor deberá leer lo que está traduciendo antes de empezar a traducir. Por supuesto, esto no siempre es posible debido a las limitaciones de tiempo, ya que sería difícil leer un libro entero antes de traducirlo. Es entonces cuando es necesario hacerle preguntas al cliente sobre el proyecto e investigar un poco sobre el tema. Después de leer el texto, el traductor sabe que no debe imponer su propia voz en la escritura, esforzándose por mantener la voz del autor original tanto como sea posible, buscando que la traducción suene como si estuviera escrita originalmente en el idioma al que se traduce. Es decir, una buena traducción es aquella en la que no se nota que es una traducción. Por consiguiente, el traductor debe ser un buen escritor para que la lectura fluya lo más natural posible.
Si bien podemos pensar que ser particularmente bueno en un idioma o haber estudiado es suficiente para ser traductor, en realidad va más allá de eso y se requiere mucho más. Un buen traductor tiene experiencia y conocimiento sobre las herramientas que puede utilizar. Está al tanto de la tecnología utiliza y sabe investigar apropiadamente los temas en ambos idiomas. Debe ser un hablante nativo del idioma o al menos haberse criado en esa cultura y manejar perfectamente el idioma al que se traduce.
Una buena empresa de traducción es aquella que se enorgullece de sus traductores y de su capacidad para captar el lenguaje, y no la que se dedica a traducir solo por dinero. Es imperativo tomarse el tiempo para investigar y elegir una compañía de traducciones donde pueda hablar con las personas que delegarán su proyecto. Es preferible hablar con un ser humano, y no con un robot o alguien que simplemente se “encargue” del cliente. No tema hacer preguntas sobre el nivel de conocimiento y experiencia. La comunicación es clave, ya que es el trabajo literal de un traductor, y la empresa para la que trabaja el traductor debe reflejarlo.
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